Descubren arte rupestre de hace 12.000 años en Arabia Saudita

El hallazgo de 176 grabados animales y artefactos neolíticos confirma la presencia de comunidades humanas en el árido norte de Arabia Saudita

Grabados rupestres muestran cómo el norte de Arabia fue un oasis habitado hace más de 12.000 años, transformando la historia climática y humana de la región

Un equipo internacional de arqueólogos ha identificado más de 176 grabados rupestres al sur del desierto de Nefud, en el norte de Arabia Saudita, que datan de entre 12.800 y 11.400 años atrás. El hallazgo, liderado por la Comisión de Patrimonio del Ministerio de Cultura saudí y publicado en ‘Nature Communications’, revela que la zona fue un ‘oasis’ climático habitado durante generaciones. Los grabados muestran caravanas de camellos a tamaño natural, cabras montesas, gacelas, caballos y uros, reescribiendo la historia de la ocupación humana en esta región árida que se creía despoblada hasta hace 10.000 años.

El descubrimiento contradice la teoría de que Arabia del norte fue un territorio yermo durante la última glaciación. Michael Petraglia, líder del proyecto Green Arabia e investigador del Instituto Max Planck de Geoantropología, explica que hace unos 15.000 años el retroceso de los glaciares provocó mayores precipitaciones. Este cambio climático generó la aparición de humedales, estanques y pastizales que transformaron el paisaje desértico. Los primeros cazadores-recolectores llegaron hace aproximadamente 12.000 años y marcaron el territorio con impresionantes manifestaciones artísticas en las rocas.

Los yacimientos de Jebel Arnaan, Jebel Mleiha y Jebel Misma permanecían inexplorados hasta esta investigación. El equipo, integrado por instituciones como la Universidad de Ciencia y Tecnología Rey Abdullah, University College London y la Universidad Griffith, identificó más de 60 paneles con grabados. Algunas figuras alcanzan hasta tres metros de largo por dos de alto, evidenciando un ecosistema mucho más rico del que se pensaba. La datación corresponde precisamente al período ‘perdido’ en los registros arqueológicos de la región árabe.

Un arte monumental en acantilados peligrosos

La ubicación de los grabados sorprendió a los investigadores por su inusual emplazamiento expuesto. La mayoría se encuentran en acantilados que miden hasta 39 metros de altura, no resguardados en abrigos rocosos como es habitual. Una formación rocosa muestra un espectacular conjunto de camellos grabado sobre un área de 23 metros de largo. «Estos trabajos se realizaron en una situación precaria y peligrosa, a 40 metros de altura sobre el acantilado», señala Petraglia, añadiendo que las personas se encontraban en cornisas de no más de 50 centímetros de ancho.

Uno de los investigadores durante las excavaciones Sahout Rock Art and Archaeology Project

El análisis de sedimentos confirmó la presencia de masas de agua dulce en la zona durante aquel período verde. Los recursos hídricos habrían estado rodeados de pastizales y sabanas, creando un entorno favorable para humanos y animales. «La zona habría albergado humedales y estanques», indica Petraglia, explicando que este ecosistema permitió que las poblaciones prosperaran durante siglos. Las representaciones de animales salvajes reflejan la abundancia de fauna que sustentaba a aquellas comunidades de cazadores-recolectores.

Los investigadores hallaron también artefactos líticos al pie de los acantilados compatibles con pueblos del norte de Arabia. Los objetos incluyen puntas de piedra del estilo El Khiam y Helwan, además de pigmento verde y cuentas de dentalium. Estos materiales sugieren conexiones de larga distancia con poblaciones del Neolítico Precerámico de la costa norte árabe. La presencia de dentalium indica redes de intercambio que abarcaban cientos de kilómetros entre diferentes grupos culturales.

Marcas de identidad y territorio ancestral

La escala, contenido y ubicación de los grabados los convierten en manifestaciones culturales únicas en la región. Faisal Al-Jibreen, de la Comisión de Patrimonio del Ministerio de Cultura de Arabia Saudita, destaca que esta forma de expresión simbólica pertenece a una identidad cultural distintiva. Las representaciones muestran una adaptación específica a la vida en un entorno árido y desafiante, diferenciándose de otros sitios arqueológicos contemporáneos. La intención de grabar sobre otras capas sugiere una práctica sostenida por múltiples generaciones.

Maria Guagnin, del Instituto Max Planck de Geoantropología, propone que los grabados «probablemente fueron declaraciones de presencia, acceso e identidad cultural». Los paneles no serían simplemente arte rupestre decorativo, sino marcadores territoriales con profundo significado social. Estas manifestaciones funcionaban como una ‘llamada’ hacia un vergel que los antepasados reivindicaron para sí mismos durante siglos. El esmero en los diseños indica que también tuvieron un componente simbólico importante para quienes los produjeron.

El proyecto Arabia Verde busca comprender cómo los cambios ambientales influyeron en las migraciones humanas antiguas. El período verde identificado conecta directamente el cambio climático con la aparición de poblaciones de cazadores-recolectores en Arabia. Los 130 grabados a tamaño natural representan animales salvajes que formaban parte de los sistemas culturales simbólicos de aquellas comunidades. La representación de caravanas de camellos sugiere la importancia económica y cultural de estos animales.

Hitos territoriales y memoria generacional

Ceri Shipton, coautora principal del Instituto de Arqueología del University College de Londres, valora que «el arte rupestre marca fuentes de agua y rutas de movimiento». Estos paneles posiblemente señalaban derechos territoriales y memoria intergeneracional entre las comunidades. La ubicación estratégica en puntos elevados permitía la visibilidad de los grabados desde grandes distancias, funcionando como hitos en el paisaje. Las representaciones de fauna silvestre documentan especies que habitaban la región durante aquel período climático favorable.

La investigación revela que hace 20.000 años, durante la última glaciación, Europa, Norteamérica y Siberia estaban cubiertas de hielo. En contraste, el norte de Arabia experimentó un proceso climático diferente que pasó de árido a verde. No existían huellas humanas hasta hace aproximadamente 10.000 años, cuando el clima se tornó más favorable. El hallazgo adelanta la presencia humana en la región en al menos 1.400 años, transformando el conocimiento sobre la ocupación de Arabia durante el período glacial tardío.

Los grabados milenarios revelan un mundo perdido del que no se tenía constancia hasta este descubrimiento arqueológico. Las 176 representaciones animales documentan un ecosistema próspero que albergó poblaciones humanas estables durante generaciones. El análisis multidisciplinar combinó arqueología, geología y datación para reconstruir el contexto ambiental y cultural. Este hallazgo redefine la comprensión de cómo las poblaciones antiguas se adaptaron a los cambios climáticos y establecieron territorios en regiones que posteriormente se convertirían en desiertos inhóspitos.

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